Durante los cuatro últimos años he tenido el honor de ser Teniente de Alcalde de Acción Social del Ayuntamiento de Elche. Los resultados electorales del pasado 24 de mayo han determinado que mi partido, el Partido Popular, pase a la oposición, circunstancia que invita a formular un balance personal de esta experiencia de gobierno local. Y tengo que decir que lo que más gratificante ha resultado durante estos cuatro años -y de lo que más satisfecho me siento- es el trabajo que hemos realizado en favor de las personas con discapacidad, que fue galardonado con el premio Cermi.es 2012 en la categoría de Mejor Acción Autonómica y/o Local. Por ello, quiero poner por escrito mis experiencias, con el ánimo de que puedan resultarle útiles a otros gestores locales.

 

Por indicar tan sólo algunos hitos importantes, quisiera destacar que hemos promovido un programa de transición a la vida adulta para personas con discapacidad intelectual, que ha permitido que algunas de ellas encuentren un puesto de trabajo, y hemos hecho posible que en el propio Ayuntamiento trabajen, por primera vez, personas con discapacidad intelectual. Hemos editado una guía turística de Elche en lectura fácil, que ha sido pionera en España. Hemos desarrollado distintas acciones de sensibilización, como los premios Elche sin Barreras, que reconocen cada año la labor de entidades y empresas de la ciudad en el fomento de la participación y la inserción laboral de las personas con discapacidad. Hemos facilitado la accesibilidad de las Oficinas de Atención Ciudadana para personas ciegas y sordas, en este último caso a través de un servicio de videointerpretación. Hemos dado visibilidad a la lengua de signos, incorporándola a los principales actos institucionales y a los museos de la ciudad. Hemos programado sesiones de cine adaptado para niños con autismo. Hemos llevado a cabo un programa, pionero en España, para la señalización con pictogramas del centro histórico de la ciudad, centros educativos, bibliotecas e instalaciones deportivas, en colaboración con la Fundación Orange. Y, desde luego, queda mucho por hacer, también por supuesto en Elche, pero el avance en estos cuatro años ha sido muy significativo. 

 

La mayoría de las actuaciones que acabo de resumir han tenido un coste económico muy escaso. Esa es la primera lección que quiero poner de relieve. Cuando se habla de políticas sociales en general, y de políticas de discapacidad en particular, se tiende a pensar que requieren ingentes recursos económicos. Y es cierto que las políticas sociales deben ser una prioridad presupuestaria, y no deberían consentir recortes, pero también lo es que, con imaginación y con voluntad, es posible adoptar, especialmente desde los Ayuntamientos, medidas que, sin tener un elevado coste, producen sin embargo un gran impacto en la calidad de vida de las personas con discapacidad. Por ejemplo, la señalización con pictogramas ha sido muy importante para los niños con autismo de Elche, como nos transmiten sus familias.

 

Ello me lleva a una segunda reflexión, y es la necesaria transversalidad de las políticas de discapacidad. Es imprescindible que la discapacidad forme parte de la agenda política, con una presencia mucho más intensa que la que actualmente tiene -estamos hablando de un problema de derechos y oportunidades de un colectivo todavía discriminado, que representa cerca del 10% de la población-, y es necesario que la discapacidad sea considerada un área de actuación prioritaria para el Gobierno municipal en su conjunto. Por ello, es muy oportuno que exista un Plan de Acción global en este ámbito, aprobado por el Pleno, como hicimos en Elche, que ha de ser la expresión de la voluntad política de la Corporación; y en la Comisión de Seguimiento del Plan deben integrarse funcionarios de todas las áreas municipales relevantes, especialmente si se trata de un Ayuntamiento grande, como es el caso de Elche. 

 

Finalmente, sólo es posible tener éxito en este trabajo si se realiza desde la interlocución y el diálogo permanente con las asociaciones de personas con discapacidad y sus familias, como también hemos procurado en Elche. Son ellas las que deben establecer las prioridades y asesorar en las medidas a implementar. No obstante, pienso que este diálogo se vería facilitado si existiese una plataforma asociativa común, en otras palabras, si el CERMI extendiese su estructura al nivel local, por lo menos en las ciudades más grandes. Mi experiencia de diálogo con el CERMI en otros ámbitos me ha permitido comprobar que el esfuerzo que el CERMI realiza para articular una voz común de la discapacidad y presentar demandas que integran y concilian las necesidades específicas de cada asociación o colectivo resulta muy útil para la Administración, y lo sería también en el ámbito local. 

 

En suma, he comprobado en estos cuatro años que la actuación de los Ayuntamientos en el ámbito de la discapacidad puede ser extraordinariamente relevante. Animo, pues, a todos los Ayuntamientos que se han constituido el pasado 13 de junio a hacer de la discapacidad una prioridad de su agenda.